Por: Elías Marín
“El carro de Puspaka, que se parece al sol y pertenece a mi hermano, fue llevado por el potente Rabana; este excelente carro aéreo, que va por todas partes a voluntad, esta a tu disposición. Este carro que parece una brillante nube en el cielo, esta en la ciudad de Lanka. El héroe Rama responde: Hágame avanzar rápidamente el carro aéreo”.
“Entonces llego el carro, cubierto de oro, provisto de bellas habitaciones, de banderas, de ventanas enriquecidas de alhajas conteniendo inmensos departamentos y excelentes asientos; emitía un sonido melodioso. Viendo este carro que se movía por la fuerza de la voluntad, Rama se alegro gradualmente. Después de un largo vuelo, la maquina aterrizo y el mismo Rama había tomado la dirección. Dirigido después por Rama, el carro excelente, con n gran ruido, se eleven el cielo y mirando abajo para todos lados, Rama hablo a Sita. A partir de ese momento, Rama señala todos los lugares hermosos e interesantes en la tierra y en el mar, durante su viaje a Ceilán. Cuando llegan por encima de la ciudad, el espectáculo les maravilla y todos los pasajeros se levantan de sus asientos para ver mejor”.
En este momento interrumpimos al relato del Ramayana para sorprendernos, por esta portentosa narración de hace 3 mil años o mas, que bien puede ser una simple narración de un hecho autentico o un novela de ciencia ficción tan desproporcionada a la cultura y conocimientos de la época que representaría algo mas increíble, pero mucho mas, que recibir visitas de seres extraterrestres en la antigüedad. Pero volviendo al Ramayana, deleitémonos con la pequeña intriga de que quien había puesto una vimana a disposición del Rey Rama, o sea Rabana, encuentra en un bosque a Sita, la del fino talle, esposa de Rama y con astucia y artificios la roba en su nave aérea. Como ven ustedes, los personajes siguen siendo los mismos, lo mismo en una película del viejo oeste o en una mexicana de charros, pero en lugar de raptarla a caballo, se la lleva en una vimana, o acaso, debemos creer en un rapto de un platillo volador.
La traducción en esta parte dice:
“Se lleva a la pobre mujer impotente. La sienta en su carro celestial, sumido en la fuerza alada y rápida, dorada y brillante, ligero como el curso celeste de Indra. Entonces se eleva el carro celeste sobre la colina y sobre los bosques. La pobrecita se lamenta y ruega a Rabana que le devuelva la libertad.” Todo este capitulo del Ramayana provocaría la vergüenza de Flash Gordon. El poeta hindú acaba con toda la ciencia ficción que se iba a escribir 5 o 10 mil años después. Pero todo termina bien. Rama logra encontrar el bandido y lo ataca en los aires. Rabana se precipita al suelo y Sita rendida a su esposo. Y una cosa interesante: el instrumento de esta victoria es un arma que por fortuna el hombre actual no ha inventado todavía, pero sospechamos, lamentablemente que pronto lo hará: ¡El rayo de la muerte o dardo de Indra!
Los textos antiguos contienen muchas descripciones significativas de vimanas en vuelo. Adjetivos como brillante, vivo, magnifico y términos como: “El cielo se ilumino, magnifico carro celeste, chispeaba con una luz resplandeciente, como un cometa en el cielo, como un meteoro rodeado de una gran gruesa nube”. Términos, todos ellos nos recuerdan algo muy familiar: si, expresiones de testigos que han visto los modernos vimanas. Desgraciadamente nuestra imaginación non os han alcanzado todavía para crear la epopeya de todos los tiempos: El Ramayan
Fuente: "Un Mundo Nos Vigila"/Pedro Ferriz
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