El Misterio del Ourang Medan
Por: Elias Marin
En febrero de 1848, en un mar apacible y tiempo despejado, un barco holandés navegaba por los estrechos de Moluca sin ningún incidente digno de mención, pero la tragedia se avecinaba. De pronto, los puestos de escucha ingleses y holandeses recibieron su alarmante llamada de SOS que luego de una interrupción e un minuto volvió a resonar. Después de un corto silencio se oyó: “Todos los oficiales, incluso el capitán muertos. Sala de mapas y puente…probable…tripulación muerta…:”:
A esto siguió una serie de señales indescifrables y luego, perfectamente claro: “MUERO”. Después de esta última palabra, silencio. Al poco rato, los puestos de escucha trabajaban intensamente para descubrir su posición, que localizaron en un lugar cercano al estrecho de Moluca. El barco se llamaba: Ourang Medan. Cuando barcos de rescate de la Malaya Británica y la Sumatra Holandesa lo encontraron, un cuadro de horror se presento ante sus ojos. No había a bordo ninguna criatura viviente. El cuerpo del capitán estaba tendido sobre el puente. Los cuerpos de algunos oficiales se encontraban en la cámara del timonel, en la sala de mapas y en la de la guardia. Los cuerpos de los tripulantes aparecían tirados por todas partes, en los puentes, pasillos y camarotes. El radio telegrafista que había enviado el mensaje, estaba derrumbado sobre la silla con la cabeza y los hombros sobre la mesa con la mano tendida y puesta aun sobre la llave telegráfica. En todos los rostros, especialmente de aquellos muertos en los lugares al aire libre, aparecía una mirada de terror indecible. Los informes del consejo de la marina dicen: “Los rostros helados se hallaban vueltos hacia el sol, con los ojos desmesuradamente abiertos y vigilantes y las bocas entreabiertas en una mueca de ansiedad y de horror”. Pero los mas notable de todo es que en ningún cuerpo se veían marcas o heridas de golpes. Hasta el perro, mascota del barco, estaba tendido sin vida con la boca entreabierta y los colmillos desnudos en un gesto de rabia. Se convino remolcar la nave hasta el puerto más cercano. Pero de pronto humo y llamas estallaron en el Ourang Medan y pocos instantes después el barco pareció saltar en el aire y se hundió bajo las aguas. Parece como si alguien no hubiera querido dejar huella alguna de aquel espantoso caso. Nadie encontró la causa ni explicación de aquel hecho y nosotros casi no nos atrevemos a pensar en una explicación extraterrestre.
Fuente: “Un mundo nos vigila” \ Pedro Ferriz
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