Mostrando las entradas con la etiqueta KRAKEN. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta KRAKEN. Mostrar todas las entradas

30 julio 2019

¿MONSTRUO MARINO EN LOS ESPINOS?


CRIPTOZOOLOGÍA 
Se ha especulado sobre la 'mancha negra' que se mira en el interior del lago de 'Los Espinos' en Villa Jiménez, Michoacán. Que podría ser un monstruo marino. Cabe señalar que este lugar es un volcán apagado desde hace cientos de años, que guarda al interior de su cráter un lago de agua salada. 

Este cono cinerítico se sitúa dentro del Eje Volcánico Transversal, caracterizado por rocas volcánicas cuyo origen se ubica entre la era terciaria y el último periodo cuaternario, hace 17 millones de años aproximadamente. El cuerpo de agua tiene una forma semicircular con un promedio de 370 metros de diámetro y una superficie de once hectáreas. La profundidad en la parte más honda es de 32.5 metros. 

En el interior se da el nacimiento de agua, lo que hace que constantemente se tenga una renovación de la misma; al respecto, los habitantes aseguran que en las profundidades hay una infinidad de túneles que conducen con el mar. 😨

31 marzo 2018

Misterios del Mundo por: Arthur C. Clarke | Episodio 2: Gigantes en las Aguas

"Misterios sacados de los archivos de Arthur Clarke, científico, escritor y visionario, inventor del Satélite de Comunicaciones y autor de "2001: Odisea del Espacio", en su retiro en Sri Lanka, analiza los enigmas de este y de otros mundos." 
DOCUMENTALES ENIGMÁTICOS
El misterioso mundo de Arthur C. Clarke (Arthur C. Clarke's Mysterious World) fue una serie de televisión británica de 1980, producida por John Fanshawe y John Fairley para la Yorkshire Television.

En total fueron 13 episodios donde cada inicio y final eran presentados por el escritor británico Arthur C. Clarke. Contó con una banda sonora del compositor Alan Hawkshaw y se emitió por primera vez en septiembre de 1980. 

 Monsters of the Deep - 9 de septiembre de 1980


13 octubre 2016

Fotografían a un calamar gigante vivo de 105 kilos en España


CRIPTOZOOLOGIA
Una persona que paseaba por la playa en La Coruña, fotografió un ejemplar vivo de calamar gigante, de unos 105 kilos, que flotaba en el agua, un hecho insólito en el mundo que sólo tiene un precedente en unas imágenes obtenidas hace dos años en Japón.
 
La curiosidad de las imágenes, aparte de que es la segunda vez que se consiguen, es que documentan la particular reacción de este ejemplar de hembra de Architeuthis, que todavía conservaba intacto uno de sus ojos -el más grande del reino animal-, que al verse observado por el fotógrafo cambió de color a un rojo intenso.

Se trata del ejemplar de hembra de Architeuthis que fue localizado el pasado viernes, 30 de septiembre, flotando en aguas de la playa de Bares.
El comunicante relató que vio cómo algo se estaba moviendo en el agua y comenzó a sacarle fotos y ver, «que un ser grandioso lo mira, gira su cuerpo, mueve su ojo observándole y cambia de color, como si de un neón se tratara, a un intenso rojo vinoso». Javier Ondicol, que es como se llama el autor de las fotografías, se estaba convirtiendo, sin ni siquiera imaginarlo, en la primera persona que captaría instantáneas de un calamar gigante vivo, con excepción de las imágenes obtenidas en Japón.

Todo parece indicar que hubo una lucha entre «titanes» que le causó graves heridas y su posterior muerte.
El ejemplar, que se cree que resultó gravemente herido por un ataque de un animal similar que finalmente le costó la vida, fue trasladado al Parque de la Vida de Luarca, para ser sometido a una necropsia.

06 octubre 2016

Develan monumento en memoria de un falso Kraken


¿Recuerdan cuando un pulpo gigante arrastro un barco hacia las profundidades en la costa de State Island? ¿No? Tampoco nosotros.

NOTICIAS ENIGMATICAS
Creado por el artista Joseph Reginella se encuentra ubicado en Battery Park al sur de Manhattan una escultura de bronce de aproximadamente 115 kilogramos de peso y que aparenta haber sido colocada en ese lugar en memoria de las personas que habrían “muerto” en 1963 cuando un pulpo gigante ataco un supuesto barco en el cual viajaban, esta “broma” se encuentra junto a otros monumentos de guerra en el lugar anteriormente mencionado.

Lejos de ser una marca de recuerdo esta representación artística es parte de un engaño que incluye hasta una página de internet, un documental y hasta volantes falsos que hacen promoción a un museo dedicado al ataque del molusco cefalópodo gigante contra el barco, museo que también es falso.

De acuerdo a Reginella, el “chiste”, lo describe como un proyecto artístico y un experimento social que surgió un día mientras paseaba en barco con su sobrino cuando el chico le hizo la siguiente pregunta: –"¿estarán infestadas estas aguas con tiburones?", a lo cual Reginella contesto: “¿sabes lo que paso en este lugar en los años 60´s?... uno de estos barcos fue arrastrado hacia las profundidades por un pulpo gigante, la idea me salió de repente”, comento Joseph Reginella.

El monumento ha podido confundir a varias personas quienes se han creído que el ataque del pulpo gigante fue cierto.

“En verdad es una experiencia divertida cuando ves a personas que no saben sobre la historia y se la creen”, dijo Reginella, “...ponen una cara extraña y se ponen a observar el agua con dudas, miedo y se empiezan a alejar rápidamente”, concluyo el artista.

14 octubre 2007

EL MONSTRUO DE TECOLUTLA


Autor: Luis Ruiz Noguez
CRIPTOZOOLOGÍA
Fue a finales de 1972 cuando escuché por primera vez la historia del “Monstruo de Tecolutla”. Por aquellos años se transmitía un programa de radio pionero en los temas paranormales. El nombre del programa escapa a mi memoria, pero la estación era Radio Capital. La música de rock progresivo era el pretexto o telón de fondo para presentar casos de avistamientos OVNI, casas encantadas, fenómenos forteanos o animales desconocidos.

Como ambas cosas me interesaban (el rock y los fenómenos paranormales), no era raro que todos los sábados para amanecer domingo (23.00 a 02.00 horas) me acomodara para escuchar la radio. Grupos tan conocidos como “Emerson, Lake and Palmer”, “Yes”, “Pink Floyd”, “Jethro Tull”, se mezclaban con otros que no lo eran tanto, o que luego se harían famosos, como “Brian Eno”, “Capitan Beefhearth”, “Kraftwerk” y otros. Indudablemente ese programa influiría en mis gustos musicales y paranormales.

Pues bien, un día al lado de esos monstruos del rock aparecería otro monstruo, pero esta vez marino. En la cabina se recibió la llamada de un nativo del pueblo pesquero de Tecolutla, Veracruz (México). Recientemente había cambiado su residencia a la ciudad de México. Tenía gustos similares a los míos, por lo que pronto se encontró escuchando la misma estación de radio. Hablaba para informar la aparición de un monstruo en las playas de Tecolutla. Daba la descripción del animal: enorme, como una serpiente, de color oscuro. El cuerpo estaba parcialmente mutilado, descarnado por los tiburones. No se parecía a nada conocido. No había animal que presentara sus características… por lo menos actualmente. El testigo informaba que o se trataba de una enorme serpiente marina o era un animal emparentado con el monstruo de Lago Ness, del que se había hablado en otro programa.


Poco más fue lo que se dijo. Por lo menos eso es lo que recuerdo. Lo único claro es que el programa originó una anotación en mis cuadernos de notas. En el futuro, a la primera oportunidad, iría a Tecolutla para recabar más información. Pero esa oportunidad se presentaría hasta 25 años después.

ENTRE CRIPTOZOÓLOGOS Y FORTEANOS
Mientras tanto leí varias descripciones del monstruo. La mayoría, si no todas, provenían del extranjero. Ni siquiera la revista “Duda” se ocupó del asunto. Creo que Tomás Doreste sí lo hizo en alguno de sus libros, pero no he encontrado la referencia. Pero, por otra parte, la Sociedad Forteana, en el número 71 de su “INFO Journal”, al lado de artículos como “El tesoro de la Isla Oak”, “OVNIS soviéticos” y el “Bigfoot granuja”, publicó el primer artículo sobre el monstruo de Tecolutla.

Luego algún otro criptozoólogo, como Mark Chrovinsky, escribiría algunas notas sobre el asunto para “Fate”. Chrovinsky, a grandes rasgos decía:

“Treinta y cinco toneladas de algo se encontraron en la playa de Tecoluta en marzo de 1969 y, fuera lo que fuese, ciertamente recibió mucha publicidad. La extraña carcasa con cuerpo parecido al de una serpiente fue cubierta con una gruesa armadura. Un hueso de unos tres metros de largo, que algunos dijeron era un colmillo, y que se estimó que pesaba una tonelada, salía de su cabeza. Según el cable de la UPI, los biólogos pensaban que era un narval, los cuales tienen un gran cuerno, pero luego de ver la carcasa ‘no pudieron decir a qué tipo de animal pertenecía’. La prensa internacional reportó que era un monstruo prehistórico lo que había encallado en Tecolutla".

Una comisión de siete científicos reportaron en abril de 1969 que el monstruo era una ballena rorcual, conocida como ballena aleta dorsal. El monstruo de Tecoluta pudo haber sido una ballena, en lugar de un dinosaurio, pero eso no detuvo la llegada de muchos curiosos de todo el mundo. Los científicos insistieron en enterrar la criatura, que se descomponía rápidamente, ya que dijeron que no se podía sacar ninguna lección de esto. Después de una gran batalla política, el alcalde de Tecolutla se negó a enterrarla y la mantuvo como atracción turística, a pesar del fétido olor. Los científicos estuvieron satisfechos con la explicación que, curiosamente, no coincide con el enorme cuerno de una tonelada.

Aparte del error en el nombre, no había nada nuevo en la historia desde que fue contada por los forteanos. Otro criptozoólogo, que se identifica como “Megaraptor”, creyó encontrar la identidad del monstruo de Tecolutla. Según él, se trata del “caballo de mar” descrito por Bernard Heuvelmans en 1965, y que fuera visto por Olaus Magnus en 1555.

Heuvelmans da por hecho la existencia de una nueva especie de monstruo marino. Lo describe y adelanta una taxonomía: Clase: Mammalia; Orden: Carnivora; Suborden: Pinnipedia; Familia: Halshippidae (nueva familia); Género/Especie: Halshippus olaimagni.
Según Heuvelmans, el caballo de mar es la misma especie de la serpiente de mar cadborosaurus willisi. Afirma que se han capturado algunos individuos, incluso uno dentro de la panza de una ballena de esperma (cachalote).

Todavía más, dice que se capturaron dos bebés cadborosauros. Su cuerpo estaba cubierto con pelos. La descripción del halshippus olaimagni (el caballo de mar de Olaus Magnus) dada por Heuvelmans es la siguiente:


“Es un animal alargado, con forma de serpiente, cuya cabeza parece la de un caballo o camello, pero mucho más ancha, con una forma de diamante (si se la mira desde el frente). De enormes ojos negros, de tonalidades rojizas o verdosas, según el ángulo de la luz. La boca es ancha, con labios ligeramente coloridos. En la nuca crece una especie de cabellera y con algunos pelos sobre la cara que, incluso, llegan a formar un bigote. La cola es una especie de aleta que se bifurca. La piel es muy suave y brillante, de un color que va de café oscuro o gris acero hasta negro. La longitud varía de diez a 30 metros”.

Megaraptor dice que el monstruo de Tecolutla (sic)

“alcanzó una longitud de 27 metros. El cuerpo era largo y estaba cubierto con una armadura. La cola era bilocada, como la de las ballenas. Su color era negro, con una raya blanca (…) La cabeza tenía un cuerno en su extremo, que pesaba una tonelada. La boca tenía dientes de cuatro centímetros (…) Otra carcasa parecida fue encontrada en el Golfo de Fonseca, en San Salvador, en 1928”.

Esto es poco más o menos lo que se sabe del monstruo de Tecolutla, vía la criptozoología. Veamos ahora lo que hay detrás del mito.

FRENTE A FRENTE CON EL MONSTRUO
Mi primera visita a Tecolutla se dio en el marco de un estudio de corrosión para la Refinería de Poza Rica, en 1997. Aprovechando la ocasión visité, cómo no, El Tajín, Papantla y sus “voladores”, y finalmente Tecolutla. No tuve mucho éxito, pues ni siquiera supe de la existencia del Museo Marino de Tecolutla, en donde se guardan los restos del animal, porque en ese entonces se encontraba cerrado. Los viajes por los esteros, la contemplación de la fauna (viva), los bikinis, el rafting y otras actividades, distrajeron mi atención del motivo principal de mi visita. Las respuestas tendrían que aguardar otros años.

He viajado a Tecolutla en seis ocasiones. Poco a poco he ido rescatando los retazos que quedan de aquella historia. Las nuevas generaciones no conocen, ni les importa, la historia del monstruo. Los testigos, en su mayoría, han emigrado o ya están muertos. Son pocos los registros escritos, y mucho menos los fotográficos.

En una de estas visitas ubiqué el Museo Marino de Tecolutla (dirección: Carlos Prieto, esquina Miguel Hidalgo; teléfono: (784) 600 03 602 42; horario: 8 a 14; 15 a 20 horas, todos los días, excepto los martes). Fue reinaugurado el 21 de noviembre de 1997. En él se exhiben diversos especímenes, vivos y muertos, de la fauna local. La estrella (para mí) es el cráneo del monstruo de Tecolutla.


Ni en mis sueños más locos me imaginé estar frente al cráneo de un monstruo, pero ahí estaba. Una enorme masa de huesos que muestran el cráneo y el maxilar superior. ¿Pero las fantasías pueden encarnar, o por lo menos tomar, huesos a falta de carne? Ahí frente mío estaban esos restos de algo que se describió como monstruo marino. Los criptozoólogos y los forteanos tenían razón, después de todo.

Bueno, tal vez los OVNIS no sean extraterrestres, pero de que hay monstruos marinos, los hay. Esos huesos eran la prueba… y también eran el origen de un enorme malestar de este escéptico recalcitrante. Ningún vendedor de fantasías me lo estaba contando. Ahí estaba yo viéndolo, viviéndolo, sufriéndolo. Lo peor de todo es que no tenía argumentos para negarlo: no era una mala identificación de Venus; no era un fraude maussanesco; no eran los pisos carcomidos de la casa de la colonia Condesa que sonaban como raps; no era el chupacabras, hijo del Frankestein periodístico, que había ayudado a enterrar en México. No. Ahí estaba el auténtico, imborrable, no soslayable, monstruo tecolutleño.


Respuestas. Eso era lo que necesitaba de inmediato. Y como algún vendedor español de fantasías decía, la suerte no existe, alguien superior guía nuestros pasos. En este caso ese ser superior, me hizo voltear la vista y observar una serie de dibujos que describían la historia del monstruo.


Las pinturas, de una fuerte carga naif, mostraban e informaban que una ballena, para más señas una rorcual, era lo que había encallado en Tecolutla en 1968. Bueno, si esos dibujos lo decían, así debería ser. Sólo que yo no soy zoólogo marino y mis conocimientos en biología son más que rudimentarios. Yo no podría decir si el cráneo y el maxilar pertenecían a una ballena o a un monstruo marino. Lo mejor era investigar más. Dos eran las vertientes que se podían seguir: localizar a testigos presenciales del avistamiento; e investigar sobre los huesos de las ballenas.


HABLANDO CON LOS TESTIGOS
En otras ocasiones había intentado localizar a cualquier persona que hubiese visto al animal. No había tenido éxito. No existen periódicos locales en Tecolutla. Es Poza Rica la ciudad que cubre esta función, pero en La Opinión no conocían del asunto, y lo que es peor, no habían guardado los ejemplares de aquellos años: el servicio de hemeroteca es muy rudimentario. Por aquí no pude llegar a nada.

En el Palacio Municipal tampoco sabían del “monstruo”. Hasta que mencioné el cráneo de la ballena que se encontraba en el Museo Marítimo, alguien me dijo que contactara con “Capricho”. Este personaje parece ser una especie de cronista del pueblo. Tiene un humilde restaurante con un quiosco de revistas. La mujer que me atendió (¿su esposa?) no quiso soltar prenda (“¿Quién será este fuereño entrometido que viene a preguntar por Capricho?”). La suspicacia de la señora me impidió conocer si “Capricho” es su nombre o su apodo; si es fotógrafo; si trabaja para La Opinión; si ella es su esposa…

Lo único que supe es que “Capricho” trabaja en Poza Rica, sospecho que como fotógrafo para La Opinión; que va y viene todos los días a su trabajo; que tenía fotografías del “monstruo” (¿obtenidas por él mismo?), pero que todo ese material se perdió en la inundación.


El que guía mis pasos parece que me había abandonado. Pero pronto tendría un reencuentro con él. En el mismo Palacio Municipal me informaron de la existencia de otro testigo: un pescador de nombre Alejandro Salas Pérez. “Lo puede encontrar en el embarcadero. Allá trabaja y ahí tiene su casa”, me dijeron. Y hacía ahí dirigí mis pasos.

Don Alejandro es un hombre sencillo de mar. Curtido por cincuenta y tantos años de recibir la brisa marina y los rayos del Sol, se dedica, entre otras cosas, a hacer paseos con los turistas hacia los esteros y manglares. Fue él mismo quien pintó los cuadros que se encuentran en el museo.

Él fue testigo del izamiento del monstruo. El animal quedó varado no en el pueblo de Tecolutla, como todos dicen, sino a unos diez kilómetros al sur, en un lugar llamado La Vigueta, perteneciente al mismo municipio.

“Fue el 18 ó 19 de marzo de 1968 –empieza por contarnos don Alejandro–. Yo estaba a punto de ir a Poza Rica cuando nos dijeron que habían encontrado ese animal en la playa de La Vigueta, cerca de Casitas y Flores Magón”.
Sin embargo, en los carteles que sirven como “pie de foto” para las pinturas del museo, se menciona que fue el 14 de marzo. Se dice que parecía una “lancha volteada”, que se había avistado a las 6:00 a.m.

“Era un animal enorme. No tenía forma de ballena, parecía un gusano gigante. Algunos confundieron las aletas y dijeron que eran cuernos. La cabeza estaba semidescarnada: las fibras colgaban como pelos de gusano (sic), como una melena”.


POR LAS BARBAS DE NEPTUNO Y LOS PELOS DEL MONSTRUO DE TECOLUTLA
 ¿Una melena? ¿Pelos de gusano? Un momento. ¿Acaso no es la misma descripción que dio Heuvelmans de los bebés cadborosauros? ¿Y la melena que crece en la nuca del halshippus olaimagni? El “monstruo” encontrado por un barco japonés en aguas de Nueva Zelanda también muestra esos “pelos”. No tengo idea de lo que sean esos “pelos”. Esto es parte de una posterior investigación en la que me deberé involucrar con algún zoólogo marino. Pero no hay duda de que tenemos frente a nosotros el mismo fenómeno, y que don Alejandro no miente y estuvo ante al famoso monstruo.

Según los testigos, se le veían algunos huesos y jirones de carne. No se le podía identificar y se pensó que se trataba de algún dinosaurio. Hacia las 14 horas, al bajar la marea, se pudo acceder al animal. La gente pensaba que podrían obtener mucho dinero con el “marfil de los huesos”, por lo que comenzaron a destazarlo sobre la playa. Probablemente aquí fue cuando se perdió el maxilar inferior, el famoso cuerno o colmillo del que habla la leyenda y los criptozoólogos, mismo que haría que algunos lo identificaran con un narval.

Los cortes hechos por los pescadores, junto a las mordidas de los tiburones, convirtieron los jirones de carne en fibras colgantes, que le daban su extraño aspecto de gusano peludo, dificultando aún más su identificación.

“Se decidió pedir ayuda a PEMEX –continúa Don Alejandro–, para traer la carcasa hasta Tecolutla. Se utilizó un trailer con plataforma de 15 metros. El animal fue levantado con una grúa. Finalmente fue colocado en la playa, frente al faro”.

El cuerpo del animal fue llevado a Tecolutla el día 16 de marzo, cuando obviamente la pestilencia era enorme. Ahí se sacaron fotografías, pero en ellas es imposible identificar al animal debido a los ataques de los escualos, los destrozos de los humanos y el tiempo que había pasado.

FUENTE: Fundación Anomalía