04 agosto 2016

Sí, ha habido vida extraterrestre en la galaxia.


NOTICIAS ENIGMATICAS
Por: Adam Frank / The New York Times
 
Los astrónomos del equipo de la nave espacial Kepler anunciaron el mes pasado el descubrimiento de 1284 planetas nuevos; todos ellos, estrellas que orbitan fuera de nuestro sistema solar. La cantidad total de esos exoplanetas, confirmada por Kepler y otros métodos, ahora es de más de 3000. Esto representa una revolución en el conocimiento planetario. Hace más o menos una década, el descubrimiento de un solo exoplaneta era una gran noticia. Ya no es así. Las mejoras en la tecnología para la observación astronómica nos han llevado de un descubrimiento planetario al detalle a descubrimientos al por mayor. Ahora sabemos, por ejemplo, que es muy probable que todas las estrellas en el cielo tengan al menos un planeta. Los planetas son solo el principio de la historia. Lo que todos quieren saber es si en alguno de esos mundos viven extraterrestres. ¿Acaso nuestro nuevo conocimiento sobre los planetas nos acerca a a contestar esta pregunta? En realidad, sí, un poco.
 
En un trabajo publicado en la edición de mayo de la revista Astrobiology, el astrónomo Woodruff Sullivan y yo demostramos que, aunque no sabemos si hay civilizaciones extraterrestres avanzadas que existan actualmente en nuestra galaxia, ahora contamos con la información suficiente para concluir que es casi seguro que existieron en algún momento de la historia del cosmos. Entre los científicos, la probabilidad de la existencia de una sociedad alienígena con la que pudiéramos establecer contacto se analiza en términos de algo llamado la ecuación de Drake.
 
En 1961, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos le pidió al astrónomo Frank Drake que realizara un congreso sobre las posibilidades de la “comunicación interestelar”. Puesto que las probabilidades de establecer contacto con alguna forma de vida extraterrestre dependían de cuántas civilizaciones avanzadas existían en la galaxia, Drake identificó siete factores y los integró en una ecuación. El primero fue la cantidad de estrellas que nacen anualmente. El segundo fue la fracción de estrellas que tienen planetas. Después venía la cantidad de planetas por estrella que viajan en órbitas con la ubicación correcta para que pueda haber vida (asumiendo que la vida requiriera agua líquida). El siguiente factor fue la fracción de esos planetas donde la vida en realidad haya surgido. Luego estaban los factores de la fracción de planetas con vida en los que se hubiera desarrollado inteligencia y civilizaciones avanzadas (con lo que se refería a que emitieran señales de radio). El último factor fue el tiempo de vida promedio de la civilización tecnológica. La ecuación de Drake no era como la E=mc2 de Einstein. No era la declaración de una ley universal. Era un mecanismo para promover una discusión organizada, una manera de entender lo que necesitábamos saber para responder a la pregunta sobre las civilizaciones alienígenas.
 
En 1961, solo se comprendía el primer factor, la cantidad de estrellas nacidas al año. Ese nivel de ignorancia permaneció así hasta hace muy poco. Es por eso que las discusiones sobre las civilizaciones extraterrestres, sin importar lo eruditas que hayan sido, se han reducido históricamente a simples expresiones de esperanza o pesimismo. Por ejemplo: ¿cuál es la fracción de planetas donde puede haber vida? Los optimistas podrían armar sofisticados modelos biológicos moleculares para sustentar que la fracción sería muy grande. Los pesimistas entonces presentarían sus propios datos científicos para argumentar que la fracción sería cercana a 0. Con un solo ejemplo de un planeta donde hay vida (el nuestro), es difícil saber quién tiene la razón.
 
Consideremos el promedio del tiempo de vida de una civilización. Los humanos hemos estado utilizando la tecnología del radio solo durante aproximadamente 100 años. ¿Cuánto más durará nuestra civilización? ¿Mil años más? ¿Cien mil más? ¿Diez millones más? Si el promedio del tiempo de vida de una civilización es corto, es probable que la galaxia no esté habitada la mayor parte del tiempo. Sin embargo, al solo tener un ejemplo regresamos a la batalla entre los pesimistas y los optimistas. No obstante, nuestro nuevo conocimiento planetario ha eliminado algo de la incertidumbre en este debate. Ahora conocemos tres de los siete términos de la ecuación de Drake. Sabemos cuál es la cantidad de estrellas que nace anualmente. Sabemos que el porcentaje de estrellas con planetas es aproximadamente de 100. También sabemos que cerca del 20 al 25 por ciento de esos planetas están en el lugar perfecto para que surja la vida. Esto nos lleva a estar en posición, por primera vez, de decir algo concluyente acerca de las civilizaciones extraterrestres, siempre y cuando formulemos la pregunta correcta.
 
En nuestro reciente trabajo, el doctor Sullivan y yo lo hicimos al cambiar el foco de la ecuación de Drake. En lugar de preguntarnos cuántas civilizaciones existen actualmente, nos preguntamos cuál es la probabilidad de que la nuestra sea la única civilización tecnológica que haya existido jamás. Al plantear esta pregunta, podemos evitar el factor referente al promedio del tiempo de vida de una civilización. Esto nos dejó con solo tres factores desconocidos, los cuales combinamos para formar una probabilidad “biotécnica”: la probabilidad de que surja vida, la vida inteligente y la capacidad tecnológica. Si suponemos que esta probabilidad es baja, las probabilidades de que haya surgido otra civilización tecnológica siguen siendo bajas. Sin embargo, nuestros cálculos revelaron que incluso si se asume que esta probabilidad es extremadamente baja, la posibilidad de que no seamos la primera civilización tecnológica en realidad es alta. Específicamente, a menos que la probabilidad de que se desarrolle una civilización en un planeta de una zona habitable sea de menos de una en 10 mil millones de billones, entonces no somos los primeros. Para dar contexto a esa cifra: en discusiones previas sobre la ecuación de Drake, la probabilidad de que surgieran civilizaciones de una en 10 mil millones por planeta se consideraba muy pesimista. De acuerdo con nuestro hallazgo, incluso si se concede ese nivel de pesimismo, aún habrían aparecido un billón de civilizaciones a lo largo del curso de la historia cósmica. En otras palabras, dado que ahora conocemos la cantidad y la posición orbital de los planetas de la galaxia, el grado de pesimismo requerido para dudar de la existencia, en algún punto del tiempo, de una civilización extraterrestre avanzada raya en lo irracional.
 
En la ciencia, un importante progreso puede ser encontrar una pregunta que pueda contestarse con la información disponible. Nuestro trabajo hizo justamente eso. En cuanto a la gran pregunta —¿existen actualmente otras civilizaciones?— quizá tengamos que esperar mucho tiempo para contar con datos pertinentes. Sin embargo, no debemos subestimar lo lejos que hemos llegado en tan poco tiempo.
 
Adam Frank es profesor de Astrofísica en la Universidad de Rochester, cofundador del blog 13.7 Cosmos y Cultura que se publica en National Public Radio y autor de “About Time: Cosmology and Culture at the Twilight of the Big Bang”.

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