Teruel es una pequeña ciudad española, ubicada en la comunidad de Aragón. Y “los amantes de Teruel” una bonita y trágica historia de amor convertida en leyenda, o una leyenda sustentada en historia.
¿Quiénes eran realmente esos dos enamorados, esculpidos con rostros muy jóvenes y una mano de cada uno de ellos intentando tomar la otra sin conseguirlo?
¿A quién pertenecen las momias halladas bajo la escultura? ¿De qué murieron realmente? ¿Es posible morir de amor? ¿Qué explicación tiene esa neblina en torno a las figuras de mármol que, supuestamente, aparece en los meses de Febrero y Agosto, que muchos testigos afirman haber visto y que notan especialmente mujeres embarazadas? ¿Es posible que exista una corriente de energía entre las dos tumbas?
La historia, de existir realmente, se escribió siglos después de los supuestos hechos; por ese motivo, difiere un poco según las fuentes consultadas, pero en líneas generales hace referencia al siglo XIII y a Juan Diego de Marcilla e Isabel de Segura.
Los jóvenes pertenecían ambos a familias nobles, pero Juan Diego, al no ser primogénito, tendría que ostentar toda la vida el cargo de “segundón”. Los segundones no heredaban y no les quedaba otro remedio que trabajar para otros o vivir en la casa del hermano mayor y su familia ejerciendo de trabajador no asalariado. Muchos “segundones”, y ya bien entrado el siglo XX, no podían casarse porque la hacienda, heredada siempre por el hijo mayor, sólo permitía mantener a una familia.
Hecho el inciso, parece que Juan Diego e Isabel, que se conocían desde pequeños, se enamoraron, pero el padre de la joven se interpuso a su amor por considerar que el pretendiente no estaba a la altura de su hija. El muchacho logró entonces una especie de pacto con su posible futuro suegro. El hombre le conminó a pasar cinco años haciendo una fortuna y labrándose un porvenir, si lo conseguía, la mano de Isabel sería para él.
Juan Diego pasó ese tiempo esforzándose por ser merecedor de la muchacha a los ojos de la familia, pero el padre de Isabel, entre tanto, arregló una boda con un hombre apellidado Albarracín.
Aquí las versiones cambian. Hay quien asegura que Isabel ya estaba casada y otros que iba a desposarse al día siguiente de la llegada de Juan Diego. En cualquier caso, parece que el muchacho logró entrevistarse con su amada y le pidió un beso. Ella, pese a estar enamorada, se lo negó, y lo hizo porque le importaba la moral de la época, no podía desobedecer a su padre o ya tenía marido. En cualquier caso, la decepción hizo que Juan Diego muriera allí mismo de dolor.
Al día siguiente, en los funerales del muchacho, apareció una figura enjuta y enlutada dispuesta a dar a su amor muerto el beso que le negó en vida, y ese beso se convirtió en eterno porque Isabel murió fulminada también sobre el cuerpo de Juan Diego.
Hasta aquí la historia o leyenda, pero queda en el aire saber a quién pertenecen los cuerpos momificados sobre los que se esculpió un monumento excepcional, cual fue la causa de su muerte y a qué se debe esa supuesta neblina que muchos testigos afirman haber visto. ¿Es la composición marmólea de la escultura y ese acercamiento entre las manos, sin llegar a tocarse, lo que favorece algún tipo de corriente energética?
Una bella y verdadera historia. Se trata de don Diego Garcés de Marcilla, primjero que dió contra las cadenas de Mairamarmolín, en las Navas de Tolosa.
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